La Princesita: «Todas las mujeres son princesas por derecho propio»

No voy a andarme con rodeos. La Princesita es, en mi opinión, una de las mejores películas infantiles de los últimos años, comparable a joyas como Babe, el cerdito valiente o Toy Story (curiosamente las tres han sido «operas primas»). Lo que no acabo de entender es como una maravilla de película como esta, con un guión espléndido que combina realidad y fantasía a la perfección; con una fotografía, donde predominan los tonos cálidos, exóticos y frutales (en especial el verde); una dirección artística, un vestuario, un maquillaje, la evocadora música de y unos efectos especiales increíbles, pero que en ningún momento eclipsan el contenido de la historia, sino que la complementan de tal manera que se hacen imprescindibles; con una sensibilidad que te llega al corazón sin caer nunca en la sensiblería; con una realización ejemplar (los picados, contrapicados y encadenamiento de planos me recuerdan al mejor ); y, sobre todo, con una niña, un pedazo de actriz, una preciosidad, un ángel a años luz de la repelente (y otras monstruosidades por el estilo) llamada … Como iba diciendo, no me explico como esta obra maestra no ha sido exhibida en nuestro país donde corresponde: en un sala cinematográfica y a lo grande, como se merece este -insisto- diamante. Los distribuidores deberían flagelarse hasta desangrarse por esta ignominia.